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Psicoterapia en Frankfurt: El Miedo al Cambio

Este punto de gran importancia constituye uno de los factores que van a hacer que el sujeto se quede paralizado ante una situación nueva o desconocida, donde incluso es mejor regresar a la posición que le daba seguridad en la medida de que se tiene un conocimiento amplio de este ambiente, pero no en la realidad de los hechos.

El cambio acarrea el miedo a la pérdida total de lo que se tenía. En el choque cultural el miedo a sentirse atacado por un medio social nuevo al que no se sabe como defenderse (mas adelante se hablara del mal en el se humano) ¿ Aunque defenderse de que? Por que en realidad al no conocer la cultura no se puede saber a ciencia cierta si esta habiendo una verdadera agresión o simplemente solo se imagina esta percepción de hostilidad en el otro por no poder entender la nueva cultura que confronta.

Freud dice: que al comienzo del desarrollo es el odio, la más antigua de las pasiones humanas, antes del amor. Este odio, indisociable del miedo, es esencialmente, también un miedo de sí, una incapacidad para hacer frente y manejar sus pulsiones.

En psicoanálisis se dice que el “Miedo” y “Odio” comparten la misma raíz, se arraigan en la fragilidad e indefensión del individuo. Esta incapacidad de elaborar este miedo y este odio respecto de sí mismo hace que se los proyecte hacia fuera. Al respecto, Freud va ha decir que el objeto, lo odiado y el mundo exterior coinciden con lo displacentero.

Partiendo de esta teoría en la que el miedo y el odio tienen la misma raíz, se podría pensar que en el choque cultural cuando se viven experiencias de odio a la nueva cultura (producto de tanta frustración), no es mas que un miedo infinito de sí mismo a confrontarse en la nueva cultura.

En este espacio interior del sujeto humano existe un lugar para el mal, está allí y no afuera. Mal contra sí mismos y contra el otro. El primero conduce al suicidio, que es un crimen contra sí mismo, y el segundo al homicidio.

El mal que nos habita no se puede erradicar, solo se puede tranquilizar, El ser humano convive con el mal, pertenece a su naturaleza. Sin embargo se pueden encontrar formas más armoniosas de vivir con él.

Estas formas se basan en la tolerancia: respeto a los otros que no tienen la identidad que buscamos, es decir que no tienen el mismo color de piel, la misma ideología, cultura, sexualidad o que tienen otro lenguaje, (o sea saber aceptar las diferencias, lo distinto...)
Esto supone un gran trabajo sobre sí, es lograr hacer un equilibrio interno de la relación con el mal que nos constituye.

“El mal que engendra el mal al otro y, en consecuencia, su rechazo, paraliza la pulsión de vida y se fija a un punto, por ejemplo, racismo, y obstaculiza el desarrollo del sujeto.

Toda la libido se concentra en este punto de odio, como si fuera un punto hipnótico que fija la angustia, pero no le permite al sujeto trabajar esta angustia para volverla creadora y acceder así a los caminos de su desarrollo personal”( Revista, Imago-agenda, tomo 5).

Esos Otros distintos y ajenos, sin embargo, no nos resultan indiferentes – a menos que no tengamos noción de su existencia o de su proximidad. Por el contrario, esos Otros, en la medida en que nos resultan distintos y ajenos, nos producen miedo. El miedo es una de las fuentes más complejas de la conciencia y la inconsciencia humanas. Cuando nos vemos frente a esos Otros no como nosotros, esos Otros que no comprendemos bien, con los que no sentimos identificación en común, el miedo hace que nos sintamos amenazados.
¿Cómo nos hace reaccionar el miedo? Como ya se ha visto el miedo a lo desconocido, a lo distinto, incomprensible, hace que la actitud pueda ser abiertamente hostil, dominadora, destructiva. Si lo desconocido se percibe amenazante, surge una reacción defensiva que lleva a dominar o destruir esa amenaza.

Por el contrario también, el miedo a lo desconocido puede empujar no a la destrucción y dominación del Otro, sino a la sumisión. Si lo desconocido es amenazante, la reacción defensiva bien puede empujar a someterse, a aceptar la superioridad del Otro, a entregarse. En este caso, seria una apropiación a lo ajeno que nos domina y, eventualmente, nos destruye.

Todo esto surge exactamente de una crisis de pérdida de identidad. Ya que con todo, la sociedad de la que tenemos referencia podría tener un alto grado de integración y de identidad en común.

“La identificación se puede describir como la búsqueda de un punto de referencia que, como una especie de Estrella Polar, le permita al sujeto el establecimiento de los puntos cardinales de su mundo.”
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