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Psicoterapia en Frankfurt: Cultura
La palabra cultura proviene de la palabra cultüra,
Latín (L), cuya última palabra trazable es colere,
L. Colere tenía un amplio rango de significados: habitar,
cultivar, proteger, honrar con adoración. Eventualmente,
algunos de estos significados se separaron, aunque sobreponiéndose
ocasionalmente en los sustantivos derivados. Así, 'habitar'
se convirtió en colonus, L. de colonia. 'Honrar con
adoración' se desarrolló en cultus, L. de culto.
Cultura tomó el significado principal de cultivo o
tendencia a (cultivarse), aunque con el significado subsidiario
medieval de honor y adoración.
En castellano la palabra cultura estuvo largamente asociada
a las labores de la labranza de la tierra, significando cultivo
(1515); por extensión, cuando se reconocía que
una persona sabía mucho se decía que era "cultivada".
(Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana).
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y Alemania.
Definición de Cultura desde el Psicoanálisis
Tomada de Freud en su libro; "EL MALESTAR EN LA CULTURA",
refiere que se emparienta con el superego y dice: "La
cultura humana (...) comprende, por una parte, todo saber
y el poder adquirido por los hombres para dominar las fuerzas
de la naturaleza; y por otra, todas las organizaciones necesarias
para fijar las relaciones entre ellos" (Freud, 1981)
en otras palabras, para el psicoanálisis, la cultura
esta constituida por todas aquellas presiones intrapsíquicas,
de origen social o colectiva, que constriñen la libre
expresión del ego repercutiendo en la personalidad
y hasta posiblemente en traumas psíquicos. A ello se
agrega que uno se da cuenta que hay un punto en que la cultura
se enraíza con la psiquis al presenciar la forma enconada
en que se defienden posiciones personales que no son otra
cosa que posiciones culturales, lo mismo que las situaciones
de depresiones profundas debidas al choque cultural que se
le produce inicialmente a la persona que se va a vivir a una
cultura que no es la propia. (Fischer, 1992:16)
“La vida, como nos es impuesta, resulta gravosa: nos
trae mucho dolor, desengaños, tareas insolubles. Para
soportarla, no podemos prescindir de calmantes”.(Freud,
1981:75).
Es imposible captar, que en este punto Freud, no transite
por la línea del discurso filosófico, aunado
a la aportación psicoanalítica se permite preguntar
qué es lo que los seres humanos buscan en la vida.
Esta búsqueda puede formar parte del campo de la ética
desde la penumbra de la filosofía y que Sócrates,
Platón, Aristóteles, el epicureismo y el estoicismo
se dieron a la tarea de responder a ella. Para Freud, buscan
la dicha, entendida como ausencia de dolor y displacer. De
este modo, la concepción del ser humano que sostiene
el psicoanálisis radica en el principio de placer,
que es quien direcciona la vida; es quien gobierna al aparato
psíquico. Y algo más, resulta que este principio
entra en conflicto con el mundo externo; no puede actuar solo,
ni lograr la satisfacción anhelada de manera inmediata,
ni absoluta; de lograrla se alcanza de manera episódica,
en momentos únicos que alcanzan niveles insólitos,
poéticos o mágicos, por su infrecuencia. La
alegría es aquí asimilada como la satisfacción
pulsional que ha dado lugar a los obstáculos del mundo
exterior, intentado constituir un paraíso, a veces
artificial, a través de esfuerzos enormes. El intento
es reducirlo a la medida de nuestros deseos, pero la reflexión
freudiana es pesimista por una parte y muy realista por otra,
sostiene que tal tentativa está marcada por el signo
de lo imposible:
“El programa que nos impone el principio de placer,
el de ser felices, es irrealizable”. (Ibíd. p.
83).
¿Qué lugar ocupa la cultura?
Pero llegando a un punto importante: ¿Qué lugar
ocupa la cultura en este panorama? Es interesante, sin duda,
que Freud le asigne a la cultura un lugar fundamental en el
principio de realidad; la cultura es un fragmento organizado
del mundo exterior, estructurado por reglas que, si bien permiten
a los seres humanos protegerse de muchos peligros comunitarios
y a su vez da el beneficio de la solidaridad, también
es cierto que hay algo esencial entre el mundo pulsional y
la cultura y que es ella la responsable de la vida miserable
y de baja calidad en la que una gran mayoría de seres
humanos padece. Esto es porque la cultura es hostil a esta
satisfacción y como respuesta produce neurosis en las
personas, debido principalmente a que no pueden soportar medidas
reglamentarias que los frustran; sobre todo cuando desde la
educación se establecen metas ideales competitivas
y perfeccionistas para el comportamiento, imposibles de alcanzar.
En la actualidad en psicoanálisis se reconoce que
la ciencia y la tecnología de nuestros días
han hecho avances considerables que hacen de la vida algo
más digno y la prolongan; admite que estos adelantos
procuran una economía de la felicidad un tanto más
alentadora porque las aportaciones de la medicina, de la farmacéutica,
de la aeronáutica, las telecomunicaciones, entre otras,
proporcionan una comodidad nunca antes vista.
De la definición de cultura, en este texto, se desprende
una interrogante acerca de la génesis de las neurosis:
… cultura designa toda la suma de operaciones y normas
que distancian nuestra vida de la de nuestros antepasados
animales, y que sirven a dos fines: la protección del
ser humano frente a la naturaleza y la regulación de
los vínculos recíprocos entre los hombres. Y
que además es la que lleva a experimentar estos problemas
de adaptación al cambiar de entorno social, dado que
al lugar que se vaya se encontrara un medio natural pero situaciones
diferentes.
Esta definición la complementa Freud: “Por haber
ahogado el fuego de su propia excitación sexual pudo
enfrenar la fuerza natural del fuego. Así esta gran
conquista cultural habría sido el premio por una renuncia
de lo pulsional ( Ibíd. p. 83)”.
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